viernes, 26 de diciembre de 2008

Reflexión sobre el arroz a banda o l'arròs a banda.

Durante las fiestas, reuniones familiares claro. Turrones y cava que desatan las lenguas y una vez desatadas, pues eso, hablamos del arroz.

No voy a desmentir ni a desdecir a nadie mediante este comentario ya que entiendo que cada cual tiene libertad para guisar como desee, incluso para opinar como desee, por supuesto. La cuestión es: que sobre el arroz a banda se ven muchas recetas todas ellas muy correctas y seguro que muy buenas puestas en marcha, pero de todas ellas, y doy fe de ello, nada tinen que ver con el arroz que preparaba mi madre.

De todo esto tiene la culpa el pequeño, Rafael, que será siempre el pequeño pero que nos trae a la mente ideas y recuerdos importantes.

-La mamá- dice, él- hacía un caldo con patata, cebolla y pescado, colas y pescado de roca. Alguna galera- y algún cangrejo recuerdo yo también.

Esto lo servía en una fuente con aceite y unas gotitas de vinagre. El arroz, a parte. "Arroz a parte" sería la traducción de "arròs a banda", al que se le freía un par de gambitas peladas y un poquito de sepia o calamar regándolo luego con el precioso caldo de pescado.

El plato completo, la fuente con pescado las patatas, etc. era verdaderamente exquisito, haciendo las delicias de aquellos que gustban de "chuplar" los pedazos. La patata, en su punto de sal y con el vinagre, maravillosa... El arroz, ni que decir... Estamos ante un plato de pescadores, no ante un plato de gente adinerada, lo que sucede es que todo lo bueno está bueno.

...ni que decir que mi madre entendía de aquello. Hija de pescadores, estaba muy en contacto con la cocina pues mi yaya Marina cocinó profesionalmente.

¿Estamos ante la realidad del arroz a banda? Sinceramente no se que contestar pero intuyo que dadas las circunstancias si, creo que si estamos ante el plato tradicional valenciano del arroz a banda, un plato de pobres, de pescadores, en el que se incluía aquel pescado de gran calidad, el de roca, que no se vendería, y para matar el hambre, la patata, que seguro que se incorporaría más tarde a este plato tradicional. Arroz, la paella, el cariño y todo lo demás por supuesto.

Hoy día, en cualquier restaurante sólo dispondrás de un plato, un buen plato de arroz, pero alejado de las personas que lo crearon, pescadores que se dejaban la piel, y la vida en la mar.

lunes, 15 de diciembre de 2008

El cine.

Ha tenido mucha importancia en mi vida. En primer lugar, por la presunción de salir del nido, de la casa de los padres. También por la formación del criterio, del gusto, y de la percepción de la vida, ya que el cine no es más que un reflejo de la vida.

El Cine Triunfo, el que véis en la ilustración, el Cine los Leones, y por supuesto el Cine Merp, y algún otro creo yo, fueron objetivo de mis primeras salidas en grupo. Los amigos en pandilla asistíamos a las sesiones de sábado o de domingo de varias horas, con trés películas. No costaba más de 25 pesetas.

Films como los "Cinco mónstruos del terror", hacían las delicias de los nanos y vaya, creo que fue esta una de mis primeras películas, al menos, que yo recuerde, criticando intensamente la "gran calidad" de la misma.

Poco a poco te ves madurar y te posicionas, dejas de ver sesiones interminables y te centras en otros cines, más del cento, de la ciudad se entiende, cines de estreno. Otros títulos y otras compañías.

Mientras tanto, la televisión también aportó su granito de arena pero creo que fué el cine, en paralelo a la lecturas de muchos buenos libros, el que me hizo tener una visión completa y compleja de la "narración".

¿Qué hubiese sido de mí sin el cine? Es una preguna obligada, y la respuesta es que sería muy distinto a quien soy. Creo que sin el cine no sería nada.

martes, 9 de diciembre de 2008

El pescado en el mercado.

Raro título, pero no puedo dejar de mencionar este recuerdo, cuando de niño, y no tan niño, mi padre me mandaba ir al Mercado del Cabanyal a comprar boga o sardina para pescar.

Solía darme un paseo viendo la mejor boga y la sardina más fresca, y oliendo ese profundo olor a pescado fresco. La luz incluso en el área donde se vende pescado es más cristalina, quizá por el reflejo en el hielo y en el propio pescado.

Formas y más formas y mil tonos de plata, pulpos, sepias, sorells, llisa, cientos de nombres y finalmente la boga o la sardina.

Me fascina incluso hoy día acercarme al pescado donde intento descubrir esa especie nueva de pescado que nadie conoce, o las conchas exóticas y los cangrejos, gambas y demás, que se mueven y palpitan entre las mayas.

La yaya Marina tenía una parada, un puesto en el mercado donde vendía lo que el yayo José y alguno de mis tíos pescaban. Marina, qué nombre para una mujer de pescador. José, marinero, pescador...

Mi madre me cuenta cosas de él, cosas de gran profundidad y valor, cuestiones respecto a los hijos que nada han cambiado desde entonces.

lunes, 1 de diciembre de 2008

El tiempo, antes era de otra manera.

No se si hacía más frío. Si que recuerdo en Valencia, en la Isla Perdida, los charcos congelados y a nosotros, los chavales cogiendo placas de ese hielo sucio. Algunas acequias heladas y un frío muy intenso de los de pantalón corto de los años sesenta, bufandita y guantes de lana.

Por la noche sin embargo el calor era diferente, entrábamos en la cama con nuestros pijamas y acurrucados nos tapaban con cariño hasta las orejas. Mantas de lana y de cariño para dar calor, sábanas limpias y duras por el almidón, besos de buenas noches y una pequeña luz que quedaba para que el sueño jugase con lo que aún era visible, la pared, el doblez de la sábana o el pico de la almohada, la mesita de madera o la propia lamparilla de luz amarillenta.

Claro que ahora soy yo, o lo he sido, el que va a tapar a los niños, a darles el último beso, y a decir "Bona nit..." con el alma. En estos momentos aún paso por la noche, muy tarde, para ver como están. Y es que se les quiere tanto...