No puedo evitar mirar al cielo, mirar las nubes y acordarme de mis seres queridos. De la yaya Teresa, la madre de mi padre, que fué la primera pérdida importante que viví. Yo era muy niño pero recuerdo perfectamente por la tarde mirando las nubes a través del cristal de la habitación de casa donde instalaron al yayo Manuel. Nubes plomizas y lluvia.
Con mi padre pescando, paseando, o charlando sobre mil cosas, las fuerzas de la naturaleza, aquellas que sobrepasan la fuerza del ser humano nos sobrecogían especialmente. Hablabamos de los volcanes los ríos el mar y las tormantas, la fuerza del rayo y lo pequeños que somos.
Estos días de gota fría me acuerdo de mi padre. Miro las nubes densas y oscuras correr sobre un fondo de nubes que parece más estático y me parece sobrecogedor.
En la ducha mientras el agua caliente cae sobre mi, abro la ventana y miro al cielo. El aire frío se mezcla con la calidez del agua, y el cielo parece que me muestra imágenes de mi vida pasada. A mi yaya , a mi padre, incluso a mi madre.
No no te extrañes de esto último, últimamente ante las dificultades de la vida invoco a los vivos más que a los que ya no están.
¡Madre mía ayúdame... ! digo para mis adentros pero la vida creo que no escucha las súplicas de nadie y al final sólo acontece lo que tiene que acontecer.
Rayos, lluvia y nubes, muchas nubes me conectan con momentos que pasaron y con personas que ya no están. También me sobrecoge el alma la fuerza imparable de lo que me rodea y finalmente invoco a mi madre ante ciertos problemas de la vida. Creo queme estoy haciendo mayor.
viernes, 10 de octubre de 2008
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