lunes, 3 de noviembre de 2008

Cuidado... en la playa.

Mi padre siempre fue algo exagerado valorando los peligros. Insistía en lo traicionera que era la playa, lo peligrosas que podían llegar a ser las bicicletas y un montón de situaciones más que hoy día pueden llegar a ser algo grotescas.

Al ir a la playa con mis hijos he padecido cierta angustia, ya que realmente es muy peligrosa. Cuatro metros de distancia pueden llegar a ser decisivos. Respecto a las bicicletas, también con el corazón en un puño los he visto discurrir entre bancos y jardines haciendo gala de sus habilidades ciclistas.

Escribo esto debido a que cada vez más me parezco a mi padre. Jamás me dejó tener bicicleta y en su momento tener una moto era "misión imposible".

Hoy día conduzco una motocicleta BMW R 45 del año 1979, y aun siendo consciente del peligro que supone, disfruto de ella más de lo que esperaba disfrutar. Sin embargo no la deseo para mi hijo.

Vivo con cierta inquietud, más que miedo, de que suceda algo, veo peligros evitables con un poco de sentido común y es precisamente en este terreno en el que espero que discurran las cosas, en el del sentido común.

De la playa no hay que fiarse nunca y lo digo por experiencia propia. Quizá en otra ocasión...

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