lunes, 1 de diciembre de 2008

El tiempo, antes era de otra manera.

No se si hacía más frío. Si que recuerdo en Valencia, en la Isla Perdida, los charcos congelados y a nosotros, los chavales cogiendo placas de ese hielo sucio. Algunas acequias heladas y un frío muy intenso de los de pantalón corto de los años sesenta, bufandita y guantes de lana.

Por la noche sin embargo el calor era diferente, entrábamos en la cama con nuestros pijamas y acurrucados nos tapaban con cariño hasta las orejas. Mantas de lana y de cariño para dar calor, sábanas limpias y duras por el almidón, besos de buenas noches y una pequeña luz que quedaba para que el sueño jugase con lo que aún era visible, la pared, el doblez de la sábana o el pico de la almohada, la mesita de madera o la propia lamparilla de luz amarillenta.

Claro que ahora soy yo, o lo he sido, el que va a tapar a los niños, a darles el último beso, y a decir "Bona nit..." con el alma. En estos momentos aún paso por la noche, muy tarde, para ver como están. Y es que se les quiere tanto...

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