domingo, 28 de agosto de 2022

28 de agosto.

El 18 de agosto de 2022, jueves, por la tarde, se me ocurrió… La idea era: que apareciese el mismo contenido en todos y cada uno de mis Blog.

Al escribir la nota sobre el papel, me vino a la mente María. No dejo de pensar en ella, de recordarla y de sentir su ausencia.

La cuestión era hacer una publicación única; una especie de inicio de curso, de un nuevo punto de partida, para lo cual, debía de decidir el día, y ese día es hoy. Es también un aviso para “navegantes”. Realmente y sin dramatizar, no es más que una breve nota, un “recuerda Manuel”...

Sigo con mi vida, mis lenguas y mis artes marciales, mis cosas, con aquellas que me permiten caminar y hacer camino. Quizás sin ellas, hace tiempo que lo hubiese dejado de andar, pero, no son más que “cosas”, soy consciente de ello.

Al final, no hay nada realmente importante, solamente el camino por donde andas, casi sin querer.

 

Así pués, seguimos dando un paso más con esta entrada. Recuerda Manuel.

 

Manuel, esbama.

  

lunes, 31 de diciembre de 2012

Y la playa...

Los últimos comentarios a mi Blog, me han hecho recordar; y como esto de los recuerdos acaba adquiriendo vida propia, desde la maravillosa experiencia de vivir en La Isla Perdida, he llegado a la playa, La Playa de las Arenas, o la de La Malvarrosa.

Desde La Isla Perdida caminábamos las familias por el Camino del Cabanyal, lo que hoy es Pedro de Valencia, hasta cruzar las vías del tren, de ahi al Mercado del Cabanyal donde recuerdo haciendo esquina un bar y una fuente en la que saciábamos nuestra sed yendo i viniendo.

Desde el Mercado del Cabanyal por la acequia de Engas - lo escribo así ya que no se bien su nombre escrito-, que hoy es la Avenida del Mediterráneo al final, y pasábamos a otro mundo, al mundo de la playa.

Después de unas casa de principios de 1900 o más antiguas, los astilleros La comba, las pequeñas dunas y la acequia, por donde andábamos hasta la orilla. También como no, a nuestra derecha las vallas de madera del balneario, Las Arenas.

El final de la acequia siempre nos premiaba con ese olor a podrido, a animales y plantas en descomposición y a barro...

La playa, de arena limpia blanca y fina nos esperaba para en ella desarrollar nuestra imaginación. Túneles, pozos, castillos y lo que a cada uno se le ocurriese hacer. Correr, vivir... y luego, después de haber hecho tiempo, aquel que nuestras madres preocupadas tenían definido como "las dos horas de la digestión", de la comida, el almuerzo o el desayuno... El bien merecido chapuzón en el agua.

A veces directamente nos metíamos en el agua de carrerilla, dando saltos como huyendo de que el agua nos tocase la "tripa...", con excesiva rapidez, y de cabeza... al agua.

De los muchos y muchos momento de playa, recuerdo como flashes, sobre todo a mi madre, intensa, majestuosa, llena de energía y jovialidad. Una mujer maravillosa que estaba pendiente de nosotros en todo momento y que se preocupaba de "la crema", por supuesto... faltaría más.

Que felicidad la de un niño en la playa con todo un mundo submarino por explorar.  

 



    

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Sorprendido por los recuerdos...

... y muy gratamente, ya que desde la niñez no había vuelto a revivir esa "Isla Perdida" tal y como se muetra en las imágenes. ¡Qué atardecer más bello!

No recuerdo a nadie... o mejor dicho, no reconozco a nadie pero si que he vivido ese mismo entorno donde se producen las tomas.

La primera debe de estar tomada desde las inmediaciones del Palacete de Ayora, o cerca del picadero de caballos de Paquita Rocamora... creo, aunque más próximo a La Isla, ya que se ven desde el último bloque hasta lo que nococíamos como Bloque Rojo.

Que maravilla...

Al alfredo al que me refiero yo en mi otro comentario sobre el barrio es, Alfredo Picazo, del que su família tenía una papelería justamente en ese edificio tan alto, el que está más a nuestra izquierda cuando se inicia la toma. ¡Y cómo ha cambiado todo... !

Esos pantalones acampanados son los que llevaban los jóvenes... vaya, que recuerdos.


Gracias por algo tan entrañable...

 




martes, 18 de octubre de 2011

Segon disabte de septembre.

Li ho comentaba a Enric l'altre dia, una experiencia que vaig tindre fa ja molt de temps enrere. No recorde exactament l'any però si el dia de la setmana i el mes.

La questió és, que per aquella época, i a falta de diners per a tindre un veler propi, disfrutava de fer cursets de vela en els ports prop de València. En aquest cas a la Pobla de Farnals i en un veler de mitja tona. Un barquet precios.

La setmana anà bé però disabte al matí, l'oratge no estaba molt bo, fea núvols i fresc, i pese a tot, varem eixir del port.

Navegant cara a Sagunt, el patró, el xicon que ens donaba el curset va dir: "Vámonos a casa... que por allí se ven muchos borreguitos", referint-se a que per Sagunt començava a bufar l'aire, així que donà la volta, i enfilant a la Pobla de Farnals, a tota vela i en el motoret "fuera-borda" en marxa, xano xano, començà la experiència.

De prompte plogué i la plutja freda ens empapà a tots, però, quasi sense donar-nos conte començà a bufar l'aire, fent que la mar, al golpejar la embarcació botara per sobre la coberta. Les ones ens passaben per damunt i la vela la tinguerem que replegar per oferir menys resistència a l'aire.

Quan l'ona passaba per damunt nostre, la sensació de l'aigua de la mar era tébia en contrast amb la plutja freda, i així, de gaidó amb el barquet tot escorat i barallant-nos en el vent i la mar, aribarem al port.

Allí, a la bocana havien alguns pares preocupats ja que en aquell curset es barrejaven persones de totes les edats, i alguns xics i xiques jovens.

Mon pare, tot preocupat sabent que me'n anava a navegar, telefonejà a la meua dona contagiant-se la preocupació del u a l'altre, i jo, el home més feliç del món després de haver viscut la més terrible experiencia a la mar, la de quasi naufragar per una tormenta.

Allò quedà en el record i pot ser que algun dia ho oblide però, ho vaix viure amb molta , molta intensitat.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Lo escribió mi padre.

¡Qué placer me causa entrar en Internet y encontrarme por casualidad con un escrito de mi padre!, de aquellos que enviaba a la sección Cartas al Director.

Lo transcribo aquí, pues es un recuerdo muy entrañable. Y recuerdo, con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta, cuando en casa me leía esto mísmo como un borrador manuscrito, poniendo especial énfasis en la puntuación de este mismo texto:


La Pesca y sus hombres.

Una de las aficiones más capaces, y más veces ganadoras, en concursos nacionales, es la valenciana. Y esto no se da por casualidad; ello es debido a que sus hombres, su estilo y zonas naturales, de este litoral, ha formado un conjunto, que de hecho, nos califica y hace eficaces.

Y esto se ve potenciado, por hombres y también mujeres, que con muy buena disposición y arte, han ido ofreciendo a la juventud, su experiencia, y traspasando el “testigo” deportivo, de la pesca, a los que les siguen dando, eso que llamamos “herencia” cultural pescadora, en esta entidad valenciana.

Y esto no significa que nos damos auto bombo, es algo y son hombres, de carne y hueso, de los que se puede aprender, y que pretendo exaltar, su labor hasta ahora anónima, pero noble y tan favorable. Citando a uno como ejemplo y símbolo, que me honro en conocer, y con el que he compartido, algunas jornadas de pesca.

Conocido en la zona, como el “Tío Boro”, que es como le mencionan los jóvenes o “alumnos”, y todos los demás, según reminiscencia árabe, que llamaban “tío”, a las personas a respetar. Esta zona de pesca mencionada, está ubicada en la desembocadura del río Nuevo, del Plan Sur. Y su condición humana, y trato es grato. Y su ánimo al ayudar y aconsejar a quien se lo pide, es siempre muy digno, afectivo, y valioso. Por eso tiene amigos.

Labor ejemplar

Con sus conocimientos y experiencia, igual captura, cuando se dedica a ello, un “verderol” de 25 kilos, como una palomina de 15, que un “dorao”, de 10. O lisas hasta llenar un capazo. Y siempre con una sonrisa, sin orgullo equívoco, por lo que “admira” y no ofende, a los que tiene al lado. Y esa es una lección más, para alguno que otro, dominado por la envidia, o la insana inquietud.

Y aún se permite, como buen artesano que es (como lo somos los valencianos), obsequiar a sus amigos y a los demás, con “surets”, y otros accesorios de pesca, bien acabados por él mismo. Y eso en mi conciencia y sentimiento, produce la intención de exaltar a esta persona, y su estupendo quehacer, entrañablemente valenciano, pescador y humano.

Por lo cual, y para que no se pierda en el anonimato, este protagonista y su efeméride, en esta labor tan “bonita”, y ejemplar, como ofrece el señor Boro, me he tomado la libertad de exponerlo a los cuatro vientos, porque es meritorio en sí, y para la idiosincrasia valenciana. Y termino con un dicho socarrón, pero con mucha enjundia, que repite el mencionado protagonista, y que dice: “¡No piquen!¿Pero... i si picaren?”Que es como decir: “No os desesperéis, que debemos tener esperanza”. Y eso es sabiduría popular valenciana.

Manuel Escorial Lázaro
LAS PROVINCIAS, miércoles 28/7/1993

miércoles, 27 de julio de 2011

El lucio.



Fa uns dies, Enric, la persona que m'ajuda amb el meu valencià, em fea una pregunta sobre el nom d'un peix conegut en castellà con lucio, Esox lucius (Linneo, 1758).

Hi han peixos, pardals, altres animals i coses, que no tenen un nom en valencià. Açò és perque se han introduït fa poc de temps enrere al nostre entorn. En el cas del Esox lucius, des de els llacs i rius d'aigües tranquil·les de l'Europa central a finals del segle XIX.

Per al Esox lucius, en l'idioma valencià o del domini linguïstic, trobem que algú li ha posat el nom de Lluç de riu però crec jo que per simpatia ja que potser llobarro de riu no li quedava tan bé.

I per què aquesta entrada? Aleshores, perque a casa de mos pares hi havia un plat pla, com una safata, que duia un lluç de riu pintat al mig, un plat de vaixella, d'eixos, anglesos o alemanys del segle pasat.

Sempre m'agradà l'aspecte fi del plat i el peix al mig, perfecte, depredador, preparat per mossegar i al temps, per nadar sinuossament entre dos aigües.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Un tiempo sin mirar la mar...

Hacía ya tiempo que no publicaba una entrada en este Blog, e intentando recordar, si que es cierto que este verano he ido algunos días a la playa con mi mujer, tanto a la playa de Pinedo, a la que solemos ir todos los años, como a la playa de El Saler.

Esta última playa entronca con vivencias infantiles en las que pasábamos todo el día expuestos al sol mientras mi padre pescaba. Y cuando llegábamos a casa teníamos que empaparnos en vinagre para rebajar la inflamación de la piel.

Un día de esos de pesca y playa, en El Saler, mi hermano mediano perdió pie y se metió en esos surcos que hace el agua al retirarse de la orilla, hay quien los llama hoyos. La cuestión es que mi madre de inmediato vio que el pequeño se escurria hacia dentro del agua en un lugar donde debería de hacer pie y lo cogió "al vuelo".

Al entrar en la playa, las piedras y cantos rodados se clavan en la planta de los pies, y entrando más en la orilla, de inmediato, caes en ese surco cubriéndote el agua por la cintura para seguir andando hasta un punto elevando en el que no te cubre más que por la rodilla, desde donde luego sigues y te ves prácticamente nadando con el mar por los hombros.

Es una playa, dicen, traicionera en este sentido. No te puedes fiar mucho y si hace un poco de mar la corriente suele ser notable por entre esos surcos que discurren paralelos a la orilla.

Mi madre también solía contarme que mi abuelo naufragó con su barca frente a la playa de El Saler, que fueron unos lugareños a rescatarles y que después de aquello mi abuelo solía acercarse a las casas conde vivía aquella gente para llevarles pescado fresco como agradecimiento. Eran otros tiempos.