domingo, 17 de agosto de 2008

Ir a la playa.

Hacía varios año que no iba a la playa, y eso que pese a que de niño tuve bastente relación con la misma, dejé de ir en mi juventud, quizá por las excesivas incomodidades que se acumulan en el hecho mismo de ir a la playa, bolsos, bolsas, sombrilla, arena que se cuela por los dobladillos, bichos que te pican, suciedad en el agua... vamos todo un precio que en aquel momento no valía la pena pagar.

Hoy he estado con mi mujer en la Playa de Pinedo, y la verdad es que está muy bien, mejor de lo que recordaba. Si, solía estar sucia y sin los servicios de los que hoy dispone. Siempre omnipresente la imagen del Puerto de Valencia con sus torres, gruas, etc. no llega a molestar, ya que incluso es un juego para la vista.

La arena está llena de colillas y de algún resto de plástico que no puede retirar la máquina que limpia la arena, y algún pendiente de fantasía también que perdió alguien.

El agua, bueno, estaba muy buena, realmente buena, translúcida pero que te permitía ver el suelo a poco más de un metro. Fría al entrar, cuestión que realizas poco a poco y por partes pero que luego en envuelve agradablemente.

Un hecho que me ha llamado la atención ha sido la cantidad de peces dando saltos sobre la superficie. Se trataba de llisas que posiblemente huían de algún depredador y se mostraban ralmente sanas haciendo proyecciones de varios metros fuera del agua.

Las bañistas de hoy dia no tienen reparos en enseñar los pechos y demás, y lejos de parecer morboso como muchos podrían opinar, se convierte en lo más natural del mundo. Eso si, los niños y sus papás, siguen jugando a la pelotita y molestando a todo aquel que está en sus inmediaciones. Hay cosas que no cambian.

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